Se apagan las luces, un susurro sordo impregna la atmósfera y la tenue iluminación dibuja el perfil de los desarraigados, la escoria de la sociedad, 'LOS MISERABLES'... El público se mueve inquieto cuando el murmullo sube de tono y se convierte en una plegaria:
“Piedad, piedad, aquí te quedarás
Piedad, piedad, aquí te morirás”
Del ruego nace el lamento, pero ¿acaso merecen los proscritos, los presos, los indignos levantar la voz?... El restallar del látigo nos da la respuesta.
“Piedad, piedad, aquí te quedarás
Piedad, Señor, ya déjame morir
Y así, con una puesta en escena descarnada, da comienzo la función. La obra del magistral Víctor Hugo cobra vida. El protagonista y su alter ego se presentan al espectador...
Señores, señoras: Jean Valjean y Javert. El ladrón honesto e íntegro y la justicia ciega, cruel y fanática. El preso 'Dos cuatro seis cero uno' y su verdugo.
El delito no es otro que el robo de una barra de pan, la sentencia: prisión, pérdida de valores y desprecio. Una condena de por vida.
Pero no nos equivoquemos, la novela del dramaturgo, político e intelectual francés no es el relato de un hombre que intenta redimirse. Ésto es sólo la excusa para el verdadero propósito de la obra: un alegato rotundo a favor de los oprimidos y un canto a la lucha del pueblo.
Por el escenario transitan los personajes de la historia. Algunos tienen una identidad, Fantine,Éponine, Cossette, Marius, otros no tienen nombre, son los héroes anónimos: los niños y las mujeres, los campesinos y los obreros, las prostitutas y los burdos hombres que compran sus 'encantos', los inocentes y los bribones.
“Amo del mesón (…)
precios razonables
más algunos extras son aparte
Pulgas cobraré, las ratas también
Por mirarse en el espejo hay que pagar
uno por aquí, otro por allá (...)
Un ser vil, hipócrita y borrachín
Bendecid al mesonero y también a su mujer”
Del musical, de cuatro horas de duración, descanso incluido, destacar dos actos, las alcantarillas y las barricadas. La primera de ellas, por unos efectos 'especiales' sencillos pero logrados. La segunda, por ser el homenaje de Hugo a la revolución del pueblo, a su lucha por escapar del yugo del poder.
“Juntos por la revolución
que nos dará la libertad
Si al latir tu corazón
oyes el eco del tambor
Es la esperanza
de los hombres y la razón
¿Te unirás a nuestra causa?”
En cuanto a los actores, merecen una mención especial cuatro nombres: Gerónimo Rauch (Jean Valjean) espléndido, Enrique R. Del Portal (Señor Thenordier) formidable, Lydia Farine (Éponine) pura sensibilidad y, por supuesto, Ignasí Vidal (Javert) simplemente soberbio.
Se cierra el telón: Aplauso unánime
POR: REBECA ARROYO
POR: REBECA ARROYO
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